jueves, 8 de diciembre de 2016

Rasheed

Este lleva su nombre con mayúscula porqué se lo ha tenido que ganar palmo a palmo pese a estar rodeado de polémica, espectación y un aura divina que probablemente lo mantuvo a flote pese a que su barco se hundiera. Yo lo veía por la pequeña pantalla y siempre destacaba para mi. Ese porte imponente de boca maldiciente que nunca calla lo que siente y da. Siempre da.

Fuente: Yahoo Sports
Esta semana he tenido la agradable sorpresa de ver una foto reciente suya en un encuentro con antiguos Tar Heels en la que vestía de corto con el mismo aspecto de jugador de baloncesto que siempre ha tenido y me llevé tal alegría que me decidí a escribir sobre él, porqué soy de los que amaban a los Portland Jail Blazers que luchaban a cuchillo contra el poder amarillo imperante de la época dónde sentías que un lisiado Sabonis ejercía como base real desde su atalaya, escudado por este joven Wallace que derrochaba clase en su esplendor físico y hasta su indumentaria de visitante los hacía destacar más en una ciudad pequeña que se negaba a ser menos que cualquier mega-urbe norteamericana.

No pudo ser entonces pero quiso el destino y el propio Rasheed que sus anteriores decepciones con North Carolina y Portland tornaran en el éxito máximo con los Detroit Pistons exiliados del centro hacia la periferia burguesa de Auburn Hills y tiene mucha guasa que tras el ruido mediático propiciado por los "Bad Boys" de Isiah y compañía, tuviera que ser este hijo de Philadelphia la guinda que culminase con un título que hará inmortales a los Wallace & Wallace de principios del siglo XXI en los históricos pistones de Detroit. Se le veía más asentado en su papel de líder discreto, capaz de anotar cuando se sentía fino pero ayudanto al equipo siempre. Con una economía voyante que solucionaría el futuro de varias generaciones de familias al uso, no debería extrañar que nuestro protagonista de hoy luciera más asentado y centrado en el objetivo final del equipo, pero son tantos los casos opuestos y era tal el aroma de maldito que desprendía este chico, que uno pensaba que jamás lo lograría. Y ahora sé que si no era un plan preconcebido conscientemente, lo sería, sin duda, desde lo más profundo de este alma indómita con cara de pocos amigos y un tiro en suspensión desde la distancia más propio de estilistas tiradores de 20 cms menos y muchas más horas de gimnasio.

No sé si podrá desarrollar su carrera como asistente, pero sé que dónde esté servirá de ejemplo para jóvenes en busca de la verdad del deporte profesional de pago y no sé como reaccionaría si me lo encontrara en una cancha frente a mi. Sí, ahora sé que lo primero que haría es darle la mano junto a mi agradecimiento expreso porqué él también contribuyo a hacerme como soy. Eso sí, los que no le visteis jugar estáis perdiendo el tiempo sin conseguir disfrutar de ese partido de playoffs dónde mejor se podía entender a este ganador maldito que hasta vilipendió a la propia NBA.

Love You all ;)

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