Fuente: Kansas city star |
No debe ser fácil viajar a la América profunda en invierno a pabellones repletos de rubias saltarinas y personas sobrealimentadas mirando sus smartphones y sus sandwiches, para jugar al baloncesto contra la élite atlética del centro universitario de turno mientras alguna gente te aconseja en sus horas de trabajo que hagas esto o aquello por tu bien y el de su bolsillo, y si de ahí sale un chico que cobrará del baloncesto Macedonio ya tenemos la ecuación perfecta de nuestro deporte. A no, espera, que me dejaba el mercado incipiente asiático del que hasta un nuevo siete pies nos anuncia su intención de ser el primer indio asiático en jugar en la NBA mientras su país de origen obliga a proyectar en sus cines su himno nacional antes de las películas de verdad. Estoy o ¿estamos hechos un lío?
Reconozco que tengo debilidad por la "Big East" y en cuanto veo un equipo bien plantado de azul marino me dejo llevar por la solidez que mostraban escuadras como los Huskies, Wildcats o Hoyas en la salvaje América profunda y, hoy por hoy, J.P. Macura representa para mi ese misticismo del baloncesto primario que no sabe más que luchar con y contra las normas establecidas porqué somos tan jóvenes que damos asco y podemos con ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario