viernes, 28 de octubre de 2016

Hacia el mar

Me gustaría cerrar esta trilogía semanal agradeciendo la excelente acogida que han tenido las dos anteriores que ni siquiera soñé y que hubieran sido imposibles sin los "me gusta" y demás de mis amigos y con ello me gustaría daros un consejo de joven-viejo con la experiencia suficiente como para saber que los cambios de aire curan. Y es que no  hace demasiado comentaba en charlas de taberna que consideraba que un gobierno que se precie debería obligar a sus ciudadanos a dar un paseo playero descalzos por la playa más cercana a cada cual y resulta que después, incluso supe que un médico psiquiatra de Biarritz curaba depresiones de un modo similar para gozo de sus vecinos.


Las playas de mi infancia fueron las donostiarras y quiso el destino que en pleno apogeo de mi adolescencia viviera una de las batallas baloncestísticas más bestiales en la jaula de Gros, junto a la salvaje playa de la Zurriola cuando jugaba en el equipo juvenil del La Salle-Juven con compañeros que me superaban en talento por todos los costados y contra un equipo de Loiola donde había alumnos de La Salle...como la vida misma. Pero a esas edades todo se magnífica y cuando uno vuelve años después lo encuentra todo mucho más pequeño, tanto que no sabe si el lanzamiento siquiera morderá el aro.

La crisis de los 40 os hará mejores, amigos y si me creéis y pensáis que no lo disteis todo ya estáis perdiendo el tiempo sin intentarlo otra vez pero con más calma, mucha más calma y si cuando vayáis a vuestra playa veis que hay quién incluso coge una tabla y trata de bailar con las olas, acercaos y pedidles consejo porque ellos ya han aprendido una lección muy importante que los de secano tardamos mucho más en descubrir.
Love You all ;)

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