domingo, 26 de febrero de 2017

Txingudi Saski Baloi Elkartea

Escribo con el ánimo de homenagear a todos aquellos clubes que tocaron el cielo para vivir un sueño, lo vivieron intensamente para después sufrir las extenuantes exigencias económicas del deporte de la máxima competición, y acabaron evaporandose  dejando muy diversas realidades tras de sí. El caso de nuestro protagonista de hoy  me gusta especialmente por haberlo intentado en la disciplina más débil en lo económico, como es la dura realidad del baloncesto femenino español; y por haberlas tenido en mi Gipuzkoa querida, con la espina que me queda por no haberlo vivido cuando pude.

Fuente: Wikiwand
 Una sinergia de esas que tan de moda están llevo a unirse a los clubes de baloncesto de Irun y Hondarribia allí por el año 1999, cuando todavía había torres gemelas en el downtown de New York y parecía que todo estaba despegando a ritmo de explosión demográfica en mi Gipuzkoa natal. A mi me tocaría trabajar en la zona poco después, y no había dudas de la bonanza económica que respirábamos los que por allí pululábamos. Eran buenos momentos para las aventuras deportivas y, dado que el baloncesto había quedado relegado en la zona a un nada modesto tercer puesto en lo que al seguimiento de los mismos se refería, la apuesta que traía a "Txingudi Saski Baloi Elkartea" tuvo éxito y, las féminas lograron un balance deportivo sobresaliente que les llegaba a posicionarse hasta puestos de honor en las máximas competiciones estatales.

Después llegarían los años de la crisis y la exigencia económica requerida para cubrir todo tipo de gastos del sistema que todo lo chupa, unido a la merma de patrocinadores privados que dejan a las arcas públicas como principales y poco acompañadas donantes, llevaron a que tras la temporada 2012-13 el equipo dejara de competir en la primera nacional y fuera apagándose, para dar paso a nuevos proyectos que intentan mantener viva la llama de nuestro deporte con apuestas por la formación y desarrollo de base, con la fundamental ayuda de las gentes que desde el voluntariado realizan una labor que jamás será reconocida en su justa medida.

La advertencia que me gustará exponer aquí es que nunca deberíamos querer crecer demasiado, sin sopesar las consecuencias que puede tener afrontar una competición a la que no llegas. Hoy por hoy, las meras federaciones deportivas demandan unos ingresos a los clubes, que van creciendo según vamos ascendiendo de categoría, sumado al resto de gastos propios de una temporada que conllevará más y más largos viajes, y hasta pagos salariales  cuando no todo tipo de imprevistos que siempre se dan. Nunca debemos olvidar que nada es más importante que la promoción del deporte entre los niñ@s y jóvenes actuales. Competir sí, pero hasta donde pueda, sin que la mera competición me arrastre a situaciones imposibles de remontar. Ejemplos tenemos todos los que queramos y en todas partes las arcas públicas no ha podido arreglar los desaguisados acaecidos.

Love You all ;)


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