Cerramos trilogía a las puertas del torneo baloncestista más total, con un ojo puesto ya en lo que acontezca en la NCAA pero queriendo traer a colación un rumor, leído en prensa estatal la semana pasada, que planteaba la posibilidad real de que la liga ACB cambiara su formato actual de temporada regular más eliminatorias de play-off por el título, y volviera a la clásica liga de la regularidad dónde no hubiera postemporada. En el pasado no hubiera dudado en descartar esta posibilidad con rotundidad, pero como me hago mayor y ya no descarto nada, debo reconocer que hasta me agradaría ese cambio, por lo que a continuación os expondré las razones que veo para ello.
Con un calendario tan sobrecargado para los equipos que disputan competición internacional, además de con una liga con tantos problemas para ajustar su calendario a los más atractivos partidos de Euroliga, y con nuevo patrocinador que además posee los derechos de la máxima competición internacional por clubes de Europa; nada hace dudar que los rumores que leí se deban a que existen conversaciones al respecto, porqué los intereses de los más poderosos así lo aconsejan. Nada tiene que ver el superábit de taquillas que logra un modesto cuando se cuela en el cuadro de play-off y avanza contra pronóstico, logrando la máxima atracción para sus fieles seguidores que, tal y como ocurre en la NBA, consideran estos partidos como los de "verdad" dónde nadie se guarda ya nada y todos exponen hasta lo insalubre.
La cuestión que yo me hago es como serían los partidos de temporada en una liga con calendario de doble partido y todos contra todos, con partidos que siempre tendrían más interés y con derrotas que penalizarían mucho más de lo que lo hacen hoy, donde no todos los partidos que vemos nos muestran el mismo afán competitivo. Por lo que entiendo que lo mismo no iban a ser, y si a eso le sumamos que descongestionamos calendario, la cuestión tiene su lógica y su atractivo. Más cuando ha habido temporadas en las que la repetición de enfrentamientos entre mismos equipos se ha reproducido tanto que ha perdido interés. Por lo que, si me encuentro haciendo competir en cuanto a popularidad mi misma competición en Junio con todo el poderío de la NBA, con las selecciones esperando a la vuelta de la esquina para dejar sin descanso a los sufridos máximos protagonistas, algo no funciona. Y nunca sobra pensar en soluciones de futuro que hagan de la sufrida liga ACB una competición en continua evolución.
Escribo con el ánimo de homenagear a todos aquellos clubes que tocaron el cielo para vivir un sueño, lo vivieron intensamente para después sufrir las extenuantes exigencias económicas del deporte de la máxima competición, y acabaron evaporandose dejando muy diversas realidades tras de sí. El caso de nuestro protagonista de hoy me gusta especialmente por haberlo intentado en la disciplina más débil en lo económico, como es la dura realidad del baloncesto femenino español; y por haberlas tenido en mi Gipuzkoa querida, con la espina que me queda por no haberlo vivido cuando pude.
Una sinergia de esas que tan de moda están llevo a unirse a los clubes de baloncesto de Irun y Hondarribia allí por el año 1999, cuando todavía había torres gemelas en el downtown de New York y parecía que todo estaba despegando a ritmo de explosión demográfica en mi Gipuzkoa natal. A mi me tocaría trabajar en la zona poco después, y no había dudas de la bonanza económica que respirábamos los que por allí pululábamos. Eran buenos momentos para las aventuras deportivas y, dado que el baloncesto había quedado relegado en la zona a un nada modesto tercer puesto en lo que al seguimiento de los mismos se refería, la apuesta que traía a "Txingudi Saski Baloi Elkartea" tuvo éxito y, las féminas lograron un balance deportivo sobresaliente que les llegaba a posicionarse hasta puestos de honor en las máximas competiciones estatales.
Después llegarían los años de la crisis y la exigencia económica requerida para cubrir todo tipo de gastos del sistema que todo lo chupa, unido a la merma de patrocinadores privados que dejan a las arcas públicas como principales y poco acompañadas donantes, llevaron a que tras la temporada 2012-13 el equipo dejara de competir en la primera nacional y fuera apagándose, para dar paso a nuevos proyectos que intentan mantener viva la llama de nuestro deporte con apuestas por la formación y desarrollo de base, con la fundamental ayuda de las gentes que desde el voluntariado realizan una labor que jamás será reconocida en su justa medida.
La advertencia que me gustará exponer aquí es que nunca deberíamos querer crecer demasiado, sin sopesar las consecuencias que puede tener afrontar una competición a la que no llegas. Hoy por hoy, las meras federaciones deportivas demandan unos ingresos a los clubes, que van creciendo según vamos ascendiendo de categoría, sumado al resto de gastos propios de una temporada que conllevará más y más largos viajes, y hasta pagos salariales cuando no todo tipo de imprevistos que siempre se dan. Nunca debemos olvidar que nada es más importante que la promoción del deporte entre los niñ@s y jóvenes actuales. Competir sí, pero hasta donde pueda, sin que la mera competición me arrastre a situaciones imposibles de remontar. Ejemplos tenemos todos los que queramos y en todas partes las arcas públicas no ha podido arreglar los desaguisados acaecidos.
Hubo un tiempo en que me encantaba seguir toda la rumorología de los posibles traspasos que acontecían en este mes de Febrero, en el que los "general managers" de los equipos NBA tratan de reajustar sus plantillas, cuando la maquinaría de la competición marcha ya a velocidad de crucero, y no tiene tiempo para pararse a contemplar los daños colaterales que deja a su paso, porqué como decía Freddy Mercury "the show must go on". Hoy no puedo evitar dejar de pensar en como afectará este mercadeo a los jugadores implicados en los movimientos de los equipos, cuando se ven de la noche a la mañana en una empresa distinta, con nuevos sistemas, nuevos compañeros, nuevos jefes, casi todo nuevo. Será por eso que empatizo con Dwyane Wade cuando dice que él solo quiere jugar.
El único movimiento que recuerdo que supuso el empujón necesario para ganar un título, fue el que llevo a Rasheed Wallace a los Pistons de Detroit en el 2004. Parecía que él siempre había estado allí, que no podía haber mejor lugar en el mundo para un jugador displicente, al que el apodo de "bad boy" hacía justicia en cuanto a su comportamiento en pista, con respecto a todo lo que no fuera puro goce estético, de un gigante que sabía jugar como solo lo hacen los que saben que no los van a parar. La gran mayoría del resto de traspasos en Febrero no han supuesto grandes cambios en lo que a la consecución del máximo objetivo final concierne, por lo que tendremos que quedarnos con las oportunidades que suponen las salidas para aquellos segundos espadas, que dispondrán con ellas de rotaciones que les favorezcan en su afán de promoción dentro de un equipo y una liga en la que manda el dólar. Cada vez más.
Y como uno no puede evitarlo, os animo a pensar por un momento en una persona como Ersan Ilyasova, jugador profesional de baloncesto, supuestamente 29 años (porqué de él ya decían cuando estaba en Barcelona que no se sabía si su edad era real, al haber emigrado desde una ex república soviética hasta Turquía, sin demasiada documentación fidedigna, para hacer carrera como jugador asesorado por su padre), casado y con dos hijos, que en cosa de 6 meses ha pasado de Orlando a Oklahoma, de allí a Philadelphia, para terminar aterrizando en Atlanta esta misma semana. Muchos pensarán que ha tenido suerte por pasar de un equipo sin aspiraciones en la temporada, a otro que debería dar guerra en los "Playoff"; más cuando al finalizar la temporada le tocará renovar un lucrativo contrato, ayudado por el inmejorable escaparate que suponen estos partidos. Pero resulta que él ya llevaba un par de meses dejándose querer en la prensa filadelfiana, afirmando su voluntad de continuidad con un equipo del que se sentía parte y ¡Zas! A Atlanta con un lacito para, de entrada, los próximos 4 meses y con mi consejo de que no se vuelva a hacer ilusiones de continuidad porqué en la liga en la que está, o eres un mastodonte de la competición, o jamás eres dueño de tu destino.
Cierro trilogía admitiendo que esta no ha sido la copa del rey que me hubiera gustado vivir, dadas circunstancias laborales y familiares que me impedían desplazarme hasta Vitoria-Gasteiz, cuando sé de primera mano que un evento de esta índole se debe de vivir "in situ", para poder gozar de la especial atmósfera que se respira por tantos y tantos lugares, otrora ajenos al mundo del baloncesto.
Creo que se puede felicitar la ACB, porqué su torneo escaparate por antonomasia no ha podido defraudar, salvo a los que, de antemano, se daban por defraudados. Partidos igualados, con las pasiones que ello desata, con equipos que competían de tú a tú olvidándose de los nombres, y grandes escuadras que se veían obligadas a multiplicarse para zafarse del acoso y quasi derribo, una y otra vez, para seguir buscando un premio que se reserva a un solo campeón. Y mira que es injusto, cuando un equipo como Valencia Basket ha dado un nivel merecedor de un final que les pusiera contentos, además de lo orgullosos que ya se siente, como reconoce su entrenador, mi admirado Pedro Martínez. Pero el actual Real Madrid de Baloncesto está planteando el nivel competitivo a superar, y es justo vencedor por acumulación de talento, dinámica de equipo y el saber hacer que dan años de trabajo de un colectivo bien dirigido, que tan solo ha retocado piezas de año en año, y ha sabido reemplazar a estrellas partidas, con la promoción de un chico rubio de la casa, al que ya llaman "WonderBoy".
Las calles de Vitoria-Gasteiz son un escenario ideal para ocasiones así, y el espectáculo que han dado en ellas l@s miles de aficionad@s congregados debería de exportarse como "modus operandi" a imitar, en el resto de citas similares de cualquier deporte. Saben divertirse, divirtiendo. Música, buena comida y bebida, y a gozar. El equipo local ha ayudado, dando un nivel competitivo que le conduce a un hermanamiento con muy pocos parangones en el mundo de la canasta, y también sale reforzado del torneo; pues debería sentirse capacitado para doblegar a tantos como se enfrente en las próximas citas competitivas, porqué esto solo acaba de empezar y lo más gordo viene a partir de ahora.
Solo me ha entristecido el que se increpase a un equipo de la mini-copa, cuando los chavales que allí jugaban nada tenían que ver con polémicas de los mayores, que hasta demasiado estaban siendo debatidas ya. Espero que algún día entendamos que lo que no quisieramos para nuestros hijos, tampoco lo deberíamos desear para el resto.
El año que viene toca Canarias y me hacen chiribitas los ojos de las ganas que me entran de estar allí. Ya tenemos algo más con lo que ir soñando.
Ya sabemos que vivimos en un mundo tan cambiante que cada vez cuesta más seguirle el ritmo y apetece tanto, por momentos, volver sobre tus pasos para cambiarlo todo con tu experiencia vivida. El baloncesto, como casi todo lo demás, tampoco puede escapar de ello y así, esta semana se ha producido un traspaso en la NBA que sigue mostrando las consecuencias del nuevo convenio colectivo firmado, en el que los temores de una franquicia por perder a uno de sus mejores jugadores en último año de contrato, les lleva a traspasarlo a otra que, en teoría, aspira esta misma temporada a lo máximo. Cuando lo más habitual de los tiempos pretéritos venía siendo todo lo contrario, y eran las franquicias que intentaban eliminar masa salarial de sus arcas las que se mostraban más activas e intentaban desprenderse de sus dinosaurios multimillonarios, no fuera a ser que embarrancaran en años de estancamiento por tanto multicontrato desproporcionado firmado, cuando todo parecía tan distinto.
Y mira que no me gusta como juegan los Toronto Raptors. Me hago mayor y prefiero una y mil veces a los equipos que comparten más la bola y la mueven con sentido, para que el baloncesto sea mucho más rico que el "pin pan pun" al que nos quieren enganchar algunas opciones que nos llegan desde la NBA. Pero aquí demuestran que se deben agarrar con fuerza a la opción que vean de esta misma temporada, porqué el futuro en Canadá siempre estará más nublado, aunque nos quieran indicar lo contrario los que solo quieren que consumamos su producto de las estrellas multimillonarias que tanto brillan, en un universo diseñado por y para el negocio. Porqué todo hijo viviente de la súper liga quiere aprovechar que se anchan las fronteras del gasto salarial y hay que pillar cacho sea como sea. ¿Que nos viene Serge con ganas de mucha pasta para firmar el que será su gran contrato? Pues vamos a hacerle un huequecito por aquí, que ya habrá tiempo de jugar a las matemáticas si esta temporada la petamos.
Me gusta jugar a baloncesto y por eso lo veo. Para aprender. Porqué nunca dejaremos de aprender en nuestra vida hasta el día que no estemos por aquí. Me acuerdo de los tiempos compartidos con amigos en el programa radiofónico de "Segura Irratia", con Josean y el resto de compañeros que nos enseñaban cuan distinto era el producto vendido por la prensa española de la realidad de los traspasos NBA, y me ha quedado ese deje en el que ya no puedo ver el mero efecto deportivo de uno de estos cambios. Ahora sé más, pese a que sigo siendo un ignorante, y me maravillo de la calidad de muchos de los nuevos periodistas españoles que nos acercan la NBA, y me veo obligado a advertiros que nunca olvidéis que hay mucho detrás de bastidores, porqué los nuevos tiempos de la abundancia salarial afectan activamente a la liga tanto que nuevas sustepcibilidades seguirán aflorando para hacer cada vez más complejo el milagro del éxito.
Me permito parafrasear a mi admirado Pepu Hernández ahora que veo que nuestro amado deporte sigue intentándolo pero ni se acerca a lo que tanto él como yo soñamos, porqué soñar es fundamental y más cuando la realidad que nos rodea nos lleva a torcer el gesto e impide que pongamos nuestra mejor cara. A mi, por ejemplo, me pasa porqué no quiero cambiar de compañía de telecomunicaciones porqué me obligue a ello mi deporte favorito, tal y como ocurre a un habitante español que puede ver NBA, NCAA o Euroliga de manera legal sin mayor impedimento que lo que pueda suponer el coste del producto, pero no puede hacer lo propio, sin que ello le conlleve un cambio de teleoperador que hoy sirve la práctica totalidad de los productos de consumo de telecomunicaciones domésticos, en lo que a nuestra liga de nombre ACB supone.
Fuente: marca.com
Sé, porque yo también vivo del comercio, que Moviestar produce un producto televisivo de calidad para poder venderlo y lucrase con ello, como yo lo haría. Comprendo que los clubes de la ACB busquen el mayor rédito posible a sus maltrechas economías con toda herramienta que tengan a su alcance, pero les niego la mayor cuando lo hacen en un formato que cuarta la universalidad del baloncesto y lleva a los aficionad@s al trapicheo típico español de ver quién es el más pillo (por no decir palabras malsonantes), o el más guapo que todo lo puede y quiere el mejor producto porqué él lo vale.
Recuedo tiempos recientes en los que el baloncesto ACB se podía disfrutar en canales abiertos y algunos puristas basketboleros añoraban la calidad de las retransmisiones del Canal +, mientras los clubes se ahogaban en deudas que requerían de nuevas fuentes de ingreso, distintas a las ya tan manidas arcas públicas; por lo que resulta lógica la solución que encuentran en Moviestar, pero jamás lo compraré por el mero hecho de que yo quiero un deporte tan multitudinario como sea posible, que llegue al máximo de hogares posible y ello es más complicado con la oferta actual. Seamos más originales que los estadounidenses y consigamos que las personas no tengan que pagar por todo. Para mi el baloncesto es vital y no me importa ver tal o cual partido, pero no creo que a futuro conlleve más ingresos el formato de pago televisivo que hoy tenemos, a una oferta totalmente abierta dónde multiplicas los potenciales receptores que, en definitiva, son futuros posibles seguidores de nuestro deporte. Sobre todo ahora, que tant@s niñ@s lo practican mientras acercan a sus familiares.
Disfrutad de la copa los afortunados que habéis podido acercaros allí y tratad de jugar al baloncesto el resto, porqué nada mejora las sensaciones que uno tiene cuando pisa la cancha, suena la bola y todo gira a en torno a él. Pepu sabía lo que decía y es una persona a la que os costará ponerle un pero. Tratemos entre el resto de disfrutar de una vida inclusiva, donde facilitemos a los demás el goce de la misma.
Vamos cerrando la trilogía semanal con las excelentes sensaciones que me llegan desde las nuevas generaciones de jóvenes entrenador@s, sin los que nuestro deporte jamás podría seguir progresando de la manera que la mayoría de nosotr@s deseamos. Algo está cambiando para bien, cuando a menudo la parte discordante de los partidos la ponemos los padres desde la grada o el lateral de las pistas que nos toca visitar para apoyar a nuetr@s hij@s durante estos fines de semana de invierno, en los que, a más de un@ le apetecería más hacer infinidad de otras actividades y, quizás por eso, desentonamos cuando nos vendría mucho mejor apreciar el buen ejemplo que los jugador@s y sus entrenador@s nos transmiten desde la cancha.
Fuente: http://goierri.hitza.eus
Algo está cambiando cuando ves a un joven entrenador llamar la atención a los familiares acompañantes de los jugadores de un equipo infantil, pidiendoles que se calmen y dejen desarrollar su labor a los protagonistas verdaderos del evento. Demostrándonos que conoce perfectamente la naturaleza del mismo y que, de paso, pese a su juventud ya ha aprendido lo que le hace peor y podría perjudicar más a sus adolescentes pupilos. Aquellos tiempos del grito frustrado desde la banda están dejando pasar a personas mejor formadas y educadas que comprenden que no todo vale para lograr la victoria que parecía ser el único motivo de felicitación y reconocimiento en tiempos pretéritos.
Después te enteras de noticias como la del entrenador que pidió recientemente a su afición que no profirieran insultos racistas hacia una jugadora rival a sus aficionados y vas comprendiendo mejor, que los entrenadores actuales tienen mucho de educadores porqué no se quieren quedar en el objetivo único del resultado final de cada encuentro, pues ya saben que, si así lo hicieran, tarde o temprano, perderían al equipo y se convertirían en meros peones de un sistema que entre tod@s debemos ir cambiando con nuestros actos. Porqué el deporte es maravilloso y mueve nuestras emociones hasta estados de felicidad que se dan cuando ocurre un hecho deseado que anhelamos; pero, nada sabremos, si nos quedamos en el mero anhelo del espectador que además cree poseer un poder ejercido desde la rotunda necedad del ser humano.
Cuando más sabes de un deporte más riesgo tienes de perder la perspectiva global y olvidarte de que vives en un mundo que reclama otra serie de necesidades con urgencia. Parte de la enseñanza que adquiero como adulto me llega desde mis hij@s y sus educadores y hoy en particular, necesito dar las gracias al entrenador de mi hijo mayor que estudia su último curso de magisterio, mientras prepara tantos y tantos cursos que exigen ahora a l@s docentes, se desplaza 69 kilómetros desde donde se forma hasta su pueblo natal para entrenar como jugador y ser el mejor entrenador que yo ni soñé para mi hijo, junto a un amigo que le complementa a la perfección.
Eskerrik asko Oskar eta Aitor. Espero encarecidamente que vuestro ejemplo cale en los que tenemos más edad y juntos podamos cambiar, al menos algo de este imperfecto planeta.
De la noche pasada me gustaría, en esta ocasión, unir dos equipos que sufrieron la derrota en dos partidos que solo comparten el deporte que practicaron. Por un lado expongo al F.C. Barcelona de baloncesto que recibía al colista invicto a domicilio de euroliga, tras autoimponerse una multa el entrenador y sancionar con la misma a la plantilla; y, por el otro, planteo una cara totalmente distinta de la derrota, en la figura de los North Carolina Tar Heels que visitaban la cancha de su archirrival Duke, para romper una máxima igualdad que se venía dando en los últimos años, hecha viral en las previas del encuentro.
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Se trata de dos competiciones dónde el peso y la relevancia del entrenador difieren sustancialmente, resultando en NCAA que Roy Williams lleva trece temporadas en el banquillo norcarolinés, mientras la prensa local aplaude sus arengas críticas hacia sus bisoños pupilos, cuando en Barcelona un griego muy teatral como Georgeos Bartzokas debe agradecer a su superior que hoy siga al mando de la nave blaugrana pese a que; fijense amigos, esta debutando esta temporada para un equipo en renovación profunda que también ha cambiado a su mánager general, ha sufrido una plaga de lesiones de proporciones bíblicas, mientras ha tenido que afrontar una nueva competición incipiente en la que todos, sin excepción, sabían de la importancia de coger bien las posiciones para el éxito futuro, para lo que despilfarraban tanto como podían y más, no fuera a ser que la afición la tomara con la directiva, u optaran por la directa abstención del seguimiento del equipo, ahora que en Europa solo salimos de la crisis porqué alguien nos lo cuenta.
Me pongo en la piel del sufrido seguidor culé y me permito recordarle que de sufrido tiene muy poco. Por eso, cada vez soy más seguidor de los modestos de verdad. Si eres tan grande como dices por el escudo que visten tus admirados jugadores: Baja de una jodida vez a las arenas movedizas de la realidad y banagloriaté de todos los equipos grandes de verdad que saben ganar y perder, sin renunciar a uno solo de los halos de su clase, dejando hacer a los líderes que capitanean sus banquillos y reemplazandolos tan solo cuando saben que el "coach" no da más, o se produce un desencuentro de filosofías vitales real entre las partes.
Si queremos mirar y aprender lo tenemos sustancialmente fácil en el caso del deporte norteamericano, viendo las trayectorias de entrenadores jefe como Roy Williams. No puede ser que alguien como Batzokas haya triunfado en sus experiencias pasadas para emigrar de puro éxito y ahora no merezca si quiera el beneficio de una temporada completa, cuando el planteamiento de la misma siempre se realiza sabiendo que es una competición de largo recorrido. Pocas satisfacciones conoceremos comparables a los éxitos que nos llegan cuando todo lo veíamos perdido, y si no dejamos trabajar, no pretendamos que nos dejen.
Supongo que lo hago por instinto de supervivencia ahora que no me encuentro en mi mejor momento interno, y es que, sin saber por donde tirar para escribir las lineas de hoy, me han venido a la mente los Kentucky Wildcats y el bueno de su entrenador jefe de nombre John y apellidado Calipari. Una combinación de éxito que atrae, año tras año, a muchas de las mejores promesas del baloncesto estadounidense con hambre de notoriedad y anhelos de futuras lucrativas ofertas provenientes de la lujosa NBA.
Fuente: theclassical.org
Kentucky es un estado interior ubicado estrategicamente sin estar demasiado lejos, ni demasiado cerca de las grandes urbes del noreste USA. Yo me lo imagino como un estado auténtico que guarda con afán sus tradiciones mientras cocina sus ilusiones de notoriedad nacional. Y es ahí donde el deporte universitario resulta enormemente valioso. Dificilmente encontraremos una competición en el mundo de la canasta que cale más entre sus fieles seguidores que la competición universitaria que iniciará su "locura de Marzo" a finales de este mes de Febrero, con el nada despreciable premio de pasar a la historia, como ya lo han hecho nuestros dos protagonistas de hoy.
En un universo reservado para los programas más selectos del deporte amateur que deja pocas oportunidades de victoria final, ellos han logrado ya 8 campeonatos con 5 distintos entrenadores, cuando hay pocas competiciones en las que se respete más la figura del entrenador jefe. Son originales, tienen personalidad y se ven como una organización moderna con 114 años de historia. ¿Como no te va a gustar un equipo así? Dónde cada partido de local es una fiesta que se celebra por distintas generaciones de alumnos y amigos que nunca disfrutarán más de otra victoria de cualquier deporte o equipo que se produzca en el planeta.
Estamos en Febrero y mi mente, inexorablemente se dirige hacia esas tierra americanas dónde antes desarrollaron nuestro deporte, con maestros que marcaron muchas de las sendas a seguir por los futuros pedagogos de la canasta, y si el sol brilla más en California o el dolar se mueve más por Manhattan, al baloncesto se juega estupendamente en Kentucky y ahora llega su momento para resarcirse de una temporada con excesivos altibajos, en un torneo del KO que no entiende de favoritos.
Amigos basketboleros. Vayan cogiendo posiciones porqué nuestro "March Madness" ya está a la vuelta de la esquina y no digáis después que no os lo advertí, porqué es una competición indispensable para los amantes del baloncesto y nos está esperando con los brazos abiertos ;)
Esta trilogía la cerramos tras ver a Andrea Bagnani reconocer que, hoy por hoy, no puede amasar balón para ser efectivo en el ataque posicional. Dicho acto está solo admitido en los bases botones que eligen los tempos de pase que desarrollan la jugada de ataque deseada por el entrenador de turno, que todo lo analiza hasta la estenuación y que, junto a las cambiantes consideraciones arbitrales de moda, nos han llevado a que ya no sea posible que un jugador interior tenga el tiempo que desea para ejecujar sus letales movimientos de ataque cuando estos son los que le han permitido hacerse un nombre reconocido en su trayectoria pretérita.
Fuente: www.philly.com
El chico de la imagen superior es el mejor ejemplo que encuentro para explicarme, porqué resulta más que evidente que, para que un jugador sea plenamente efectivo necesita rendir en los dos lados de la cancha en el juego del baloncesto, si no hay una organización colectiva grupal que camufle las fallas atrás del que, poseyendo las facultades punitivas del atacante, adolece de la dureza necesaria propia del que defendiendo recibe el impacto sin merma y aprovecha tanto su rapidez de reflejos como sus facultades atléticas para ponerlas al servicio del equipo "full time".
Y ahora traspasaran a Okafor a Chicago o dónde diantres resulte, y el chico me cerrará la boca con actuaciones que recuerden a glorias pasadas de bailarines de salón gigantes que nos asombraban en el pasado. Pero, nada apunta a ello cuando la realidad nos muestra partido a partido que el éxito de los grandes interiores actuales llega desde su influencia defensiva, rapidez de reacción, muñequita linda, penegraciones felinas y, como mucho, algún tiro de gancho de aquellos que creíamos que se convertirían en el arma ofensiva más al uso.
Hace poco le decía a un amigo entrenador que encontraba a jugadores como Nerlens Noel de segunda linea, al interpretarlos sin el menor talento ofensivo, pero como no dejo de evolucionar, reconozco hoy que el verdadero problema lo tienes con aquellos jugadores que, si no logran su estado de confort ofensivo con el consiguiente rendimiento para el colectivo, parecen atrociar su cuerpo en las cercanías de su propia canasta; cuando no pasan olimpicamente de defender. Los tiempos cambian inexorablemente y el puesto que más he visto cambiar en mi vida es el de pivot nato ó 5; y, si yo mismo renuncié a jugar así fue porqué provablemente adolecía de la dureza que después, como aficionado, he exigido como expectador.
Ni siquiera fue la primera franquicia NBA de la ciudad. Antes, los Rockets también jugaron allí, cuando no eran tantos y la liga iniciaba competencia feroz con la incipiente ABA, del 67 al 71, para mudarse después a la pujante ciudad de Houston, en el poderoso estado de Texas. No podía ser que tanta ciudad de la costa este estuviera lucrándose con ello, y San Diego puja para realojar siete años después a los Buffalo Braves, para renombrarlos y rediseñarlos como los San Diego Clippers. Lo tenían todo para triunfar, pero como siempre ocurre, ese todo era nada porqué la liga demandaba recintos modernos con capacidad para atraer y atrapar un público que representaria la clave del verdadero desarrollo de la liga profesional más poderosa del planeta basketbolero.
El gran Will Walton es de allí, y mientras en su infancia-adolescencia pudo mamar la realidad de los Rockets gracias a que su físico peculiar le predirigía a la practica deportiva más acorde a ella y a que tenía unos padres que, lejos de cuartear cualquier iniciativa de desarrollo personal, le permitían relacionarse con unos jóvenes deportistas que formaban la franquicia de los Rockets durante aquellos años de experimentación y desarrollo que se vivían por la costa sur pacífica de USA; y que William Theodore Walton III aprovechó para formarse en la prestigiosa y basketbolera universidad cercana de UCLA, ganar allí y seguir ganando en su estreno de cobro legal con los Portland Trail Blazers de la NBA. Después, la llamada de su San Diego natal resultó irrechazable y el bueno de Will se erigió en estandarte de aquella nueva aventura de la ciudad y su intento de engancharse al negocio de la NBA.
Fueron años difíciles porqué nuestra cultura capitalista solo entiende de victorias a la hora de generar negocios fructíferos y aquello no ocurrió al sur de la California del poderoso norte, y hoy "The Big Red Head" se lamenta de ello, cuando recuerda una carrera que conoció gran parte del pack completo de la realidad competitiva de élite.
No dudo que pocos mercados más acordes habrá para la expansión de la liga que el que representa la ciudad de San Diego y sus gentes, y entiendo que las esperanzas actuales que pueda tener México de disfrutar de partidos-espectáculo como los que ofrece la NBA pasan porqué se de la vuelta a la sartén y sea la gente del sur la que pase la frontera para disfrutar del ocio vicioso (sin connotaciones negativas) que se ofrece al otro lado para no herir la falsa virtud de los que creen que porqué ellos vivan de una manera y no vean más allá de donde quieren ver, esa realidad no existe.
Viva yo y mi imbecilidad! Preguntad lo que pasó en Tijuana y entended parte de lo que digo. El baloncesto es maravilloso pero los negocios creados a su al rededor son como la mayoría del resto de negocios que se camuflan con nombres de organizaciones caritativas para crecer, pero: ¿De verdad se preocupan de que vivamos en un mundo mejor?
En San Diego tienen una gran oportunidad porqué si las fronteras son por sí mismas artificiales, las actividades transfonterizas que promulgan una vida en común sana y sostenible son las que nos ayudarán a vivir mejor cuando estemos preparados para abandonar nuestros miedos y compartir todo lo que sabemos como ordenan tantas y tantas religiones que después jamás lo hacen.
Resulta cuando menos curioso ver como los medios de comunicación occidentales se sulfuran con el nuevo presidente del gobierno americano, cuando yo siempre he pensado que no eran sino intereses económicos los que fluctuaban con los cambios de gobierno de los países democráticos occidentales, en aras de tal o cual sector o compañía. La NBA no puede ser ajena a esto, y ahora que los bolsillos de los jugadores están más repletos que nunca habrá que ver como afectan estos nuevos tiempos a la sempiterna aspiración expansionista extranjera de la liga. Auguro que, de momento, México DF tendrá que conformarse con el partido o dos que le caen por allí de cuando en cuando, si acaso.
La corta estancia de los Grizzlies en Vancouver supusieron un aprendizaje forzoso que constató el problema real que existe con las distintas fiscalidades que afectan a cada franquicia, teniendo en cuenta en que estado se establecen y que penalizaban más entonces a los equipos canadienses (no tengo idea de como está eso ahora mismo). No podemos obviar que los salarios que acuerda el sindicato de jugadores con la patronal de la liga definen los emonumentos monetarios previo paso por el fisco local y si entonces los Abdur-Rahim y compañía preferían jugar más al sur, no era solo por las bondades climáticas. A mi algo me dice que esas diferencias impositivas podrían ampliarse ahora, menguando considerablemente las ya escasas posibilidades de implantación de una franquicia fuera de los Estados Unidos de América.
Personalmente solo de chaval me creía algo de la mentira que suponen los partidos entre franquicias NBA y equipos de otras competiciones, pero ahora daría un paso más y pediría que se suprimieran. No soy quién para criticar a ningún aficionado que opta por disfrutar de Londres con la excusa del partido anual que disputan en el O2 Arena equipos NBA, pero sí que debo de reconocer que cada vez más me huelen a chamusquina. Esa que queda en el ambiente cuando quemas plásticos y te hacen toser. Porqué, si a alguien con un mínimo poder en el Reino Unido le importara el baloncesto tendría algo allí que luciera por sí mismo sin la necesidad de llamar al amigo Tom.
Agradecemos enormemente a los estadounidenses que inventaran nuestro deporte y viviríamos felices a la sombra de una de sus secuoyas o junto a sus océanos infinitos. Es Febrero y ya nos emocionamos oliendo "la locura de Marzo", pero no olvidemos lo que su liga profesional podría suponer en caso de afianzarse en Europa. El sur americano debería ser su siguiente paso natural, pero si me pedís que apueste yo lo haré por San Diego. Es que soy un segurola con mis finanzas ;)
