jueves, 5 de enero de 2017

Mirza Delibašić

Como siempre, no voy a escribir tan solo de baloncesto porqué es imposible, y porqué cuando pienso en Mirza Delibašić no puedo hacerlo; por lo que una persona como él me evoca desde un tiempo y una vida que debieron de ser tan duras como maravillosas; dignas de ser vividas con todo, con ese halo de tristeza que veo en sus ojos y esa manera tan característica que él tenía de flotar sobre la tarima de una pista de baloncesto.

Fuente: Alchetron
Creo que solo unos pocos elegidos son capaces de jugar al baloncesto de manera original, porqué cada vez es más difícil innovar en un deporte que lleva siendo desarrollado durante más de un siglo, y de manera especialmente intensa en los últimos tiempos. Mirza parecía ser uno de ellos, por lo que suponía que alguien que rozaba los dos metros de altura fuera capaz de hacerlo de manera tan original como exitosa desde posiciones alejadas al aro, y en toda la pista a la vez. Desconozco el conocimiento que esa generación tenía de lo que ocurría al otro lado del Atlántico, pero yo sí veo el ballet que él reconoció practicar de joven y entiendo la importancia que tubo en él la práctica de múltiples disciplinas deportivas y artes, para después ser capaz de jugar desde el aire como él lo hacía, y con acierto.

Estoy seguro de que el alcance de su figura en España se debe a que pudiera jugar dos temporadas en el Real Madrid en una época en la que el FC Barcelona disponía de un plantel poderoso, capacitado para el enfrentamiento frontal de igual a igual, y muchos jugadores norteamericanos mejoraban el nivel del resto de plantillas de la liga doméstica; por lo que destacaba más la manera de hacerlo de un chico, que ya para entonces lo había ganado todo en el panorama europeo, y decidió cambiar de aires sin hacer mucho ruido tras dos temporadas en la casa blanca. Dejando tras de sí amigos, con la cabeza alta y la espalda recta y con un destino trágico que provocaría su retirada prematura a causa de un derrame cerebral sufrido en sus inicios de actividad con su nuevo equipo de Caserta; una guerra fratricida que lo convirtió en bosnio primero y seleccionador del primer combinado bosnio después, y su muerte prematura por enfermedad a los 47; cuando nos debía seguir enseñando que esta vida se debe de vivir sin miedo, ni complejos. Sin guardarnos nada.

Fuente: as.com
Hay tantas cosas del juego de Dražen Petrović que me recuerdan a Mirza que me encantaría saber de quienes bebió él, pero estoy seguro que era uno de los tocados por la barita de la originalidad, y si alguien que lea esto no lo recuerda ni conoce como jugador de baloncesto, que se meta en Youtube y disfrute y comprenda como gracias a algunos elegidos el juego cambia y jamás dejará de enamorarnos.

Love you all ;)


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