En mi amada Gipuzkoa el baloncesto está cogido con alfileres. Nada sobra por ninguna parte y, básicamente, es la ilusión de personas bienintencionadas la que sostiene el chiringuito. Como comprenderéis, nada me gusta que haya contenciosos y disputas entre las gentes y organizaciones que lo conforman, pero este mundo atrozmente cambiante no nos quiere dejar vivir en paz y provoca desencuentros que finalizan en litigios que no agradan ni a los vencedores de los mismos; como le ha ocurrido a mi admirado David Doblas, que ha ganado la demanda judicial por despido improcedente interpuesta en un juzgado donostiarra, que deja una situación en la que todo indica, que las dos partes tendrán que llegar a un acuerdo de entendimiento si se quieren evitar males mayores.
Por supuesto que me alegraría por un acuerdo que ambas partes desean, pero en un caso como este debo de dar mi razón a David porqué los que vivieron muy por encima de sus posibilidades fueron los dirigentes del club, y si bien a mi juicio, a grandes rasgos, esta temporada han optado por la opción más razonable, aun tienen deudas por saldar que deben cumplir porqué David es inocente aquí y solo exige que se respeten y cumplan sus derechos, mientras con ello nos envía un sabio consejo a tod@s los gipuzkoan@s de bien: Jamás vivas por encima de tus posibilidades.
El hecho de que nos ocurriera a much@s no debe ocultar el mal que subyace de la acción. Si a cualquier empresa casi nadie le saca la cara en situaciones similares, ¿Porqué se debe de hacer en el caso de que el afectado sea un club deportivo? La labor social y el desarrollo económico que generan los clubes deportivos más importantes son tan positivos como penoso resulta verles caer una y otra vez en los mismos errores de siempre. Y en un caso como este, no me parece de recibo empezar a pedir algo ahora a un jugador que ha sido santo y seña a lo largo de la historia de un club y con el que ya deberían haber acordado otra salida con antelación. Sé que lo que pido es enormemente difícil, como tantas y tantas otras cosas que yo me exijo en mi día a día, con alguna luz y mucha sombras.
Hasta hoy he renunciado ha desarrollar labores de mando porqué sé que no sirvo para ello. Quizás algún día haya evolucionado lo suficiente para poder hacerlo y, de corazón, lo mismo deseo para con los protagonistas de mi entrada de hoy.
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