Cerramos trilogía semanal con una recomendación: Vean también baloncesto femenino. A mi me ocurre que siempre que veo jugar a las chicas aprecio las bases de nuestro deporte con más claridad, es como si lo ejecutaran todo más academicamente y pudieras apreciar mejor muchos de los movimientos clásicos del juego de toda la vida, sin tanta sublimación de las facultades atléticas que destacan en el juego masculino de hoy en día, en la mayoría de partidos. No negaré que, en ocasiones, también me han decepcionado deficiencias técnicas de alguna poderosa jugadora interior, pero admito que en determinados movimientos esto también ocurre incluso con algunas estrellas de de la rimbombante NBA.
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Observando partidos federados provinciales, es desde los iniciales calentamientos que me coincide ver en los equipos femeninos, en general, una mayor organización colectiva, con ejercicios grupales de adecuación física que, en ocasiones, no veo en los masculinos, donde la gente va más por libre en estas actividades previas. Después en cuanto el juego arranca con el salto inicial, la testosterona se hace patente en los partidos de los chicos y se aprecia una mayor exposición física en la mayoría de acciones, dado lo importante que resulta llegar más alto, mas rápido y con una mayor contundencia. Al no resultarme tan evidente esto en basket femenino, aprecio mejor los conceptos del juego y reconozco que se me hace agradable ver estos partidos, por el mero placer de disfrutar de un juego que resulta con ellas más claro, cuando no más elaborado.
Lo que lamento es que en alguna ocasión he comentado que los partidos femeninos me parecían más limpios con árbitros y mesas, y me han negado la mayor. Alegándome que los submundos de estos partidos conllevan más riñas internas y mayores conflictos. No sé si será porqué dichos interlocutores eran hombres, pero me llevé una decepción cuando me lo dijeron, porqué si fuera así, las chicas me demostráis que fingís muy bien, y como sé que esto se dará solo en un porcentaje reducido de jugadoras, os animo al resto a que vayáis subiendo al carro del deporte a las que, con esas actitudes, tan solo deberían conseguir quedarse solas, al menos por un tiempo.
Que el malrollismo desaparezca de las canchas y que sigáis demostrando las que jugáis que lo hacéis de cine y disfrutáis con ello, porqué los valores que aprenderéis con vuestros equipos y las amigas que hagáis en estas aventuras, os resultarán enriquecedoras para tantas y tantas circunstancias vitales que os traerá el futuro.
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