Resulta que uno es amante de lo sencillo pero es arrastrado hasta las profundidades de las complejidades de la vida muy a su pesar por la puñetera realidad. Tan real como lo es la ciudad de Manresa, que lucha en la liga más potente de la península ibérica siendo lo que muchos considerarían "una plaza pobre" y hasta consiguió ganarla no hace tanto tiempo superando en la final y cabreandome porqué nos la ganaban a Nosotros. Ahora viendo dónde estamos y dónde siguen me alegro de pleno corazón de que lo hicieran porqué lecciones como aquella nos las tendría que brindar el deporte mucho más a menudo.
Fuente: www.foodweb.it
Me recordaban recientemente la peculiaridad del baloncesto transalpino en el que muchos de sus equipos históricos pertenecen a ciudades pequeñas con nombres preciosos, un arte superlativo y mucha garra. De crió cuando escuchaba nombres como Cantú, Siena, Varese o Caserta sentía algo ahí dentro que me llamaba hacia ellas y pensaba que si los equipos de baloncesto italianos eran tan distintos a los del fútbol era porqué allí eran mejores. Ahora creo que todo eso ocurría al no valorar uno lo que había en ligas más cercanas porqué el mérito que tubieron Chichi y compañía en la comarca del Bages es superlativo.
Y hay siguen, como tercera fuerza del todopoderoso basket catalán que tanto tira del carro de la cantera local con menos ayudas públicas que los chulos vascos y, ironías de la vida, entrenados por uno de esos que para nada lo parece. Vamos, que si quiero llevar a chavales del Goierri a Fuenlabrada es porqué no quiero, ni por lo más remoto, que ninguno de ellos coja algún tipo de fobia antimadridista como la que yo padecí, pero si me dejara llevar por el corazón y quisiera acompañarles a una cancha guapa con solera del mejor deporte, les llevaría a Manresa y, por eso, me he alegrado mucho cuando he leído que el bueno de Serge Ibaka les va a echar una mano y, por eso, sentí algo raro cuando visitaron Vitoria un Domingo reciente para enfrentarse a este SuperBaskonia que está mucho más lejos hoy de lo que estuvo aquella primavera del 98.
Nadie debería sentirse inferior jamás. Eskerrik asko Manresa!
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