domingo, 20 de noviembre de 2016

El templo

Cierro trilogía. Y como todo no puede ser baloncesto en esta vida, cierro con el descubrimiento del año porqué ayer después de asistir al Tonga-USA de rugby pesimamente organizado (perdón amigos de Iñaki) y frío, decidimos visitar un bar al que hacía unos 20 años más o menos que no acudía y ahora sé que volveré, porqué Javier me encanta, está a unos pasos de mi casa y es genial. Como Tina Turner en el 71.

Fuente: urretxukotxistulariak.blogspot.com.es
Todo ser humano necesita un lugar así, dónde su propietario se ha encargado de mantenerlo como es él mismo y, pese a que necesita dinero para sobrevivir, acude allí sin presión porqué sabe que lo que hace está bien hecho y el que no lo comprenda ya sabe donde está la puerta de salida y no le tiembla el pulso para enseñalarsela. Si los chavales de ahora alquilan locales de ocio para reunirse es porqué todavía no han conocido un lugar así y están sumidos en un proceso de conocimiento de uno mismo que necesita una mayor privacidad. Tengo un amigo que me dijo que si algún día necesitaba una cama, la encontraría en uno de esos locales y sé que iré un día de estos porqué en lugares así se vive y se vive de verdad, pese a quién le pese.

No necesito una canasta y un aro para ser feliz y comprendo que en el barrio de Altamira hubiera dos puticlubs en la torre en la que vive Javier. Pero ¿Cuantos más habrá ahora en los pisos de mi pueblo? No sé si ahora somos más listos que entonces pero yo con 17 años más o menos visité el Oliver y sentí miedo, tanto que tuvimos que salir antes de que se abriera una puerta y apareciera lo desconocido.

Ayer fui tan consciente de todo que hasta ni me dolía. El Jueves vi una película en la que el protagonista tomaba una pastilla y era consciente de todo, en Beasain no necesitamos ni pastillas de esas con locales como este. Es nuestro tesoro y estamos obligados a cuidarlo. Ni sociedades gastronómicas ni hostias en vinagre. Y si necesitamos un pinche nos traemos a Jon Isasi y sus chalecos de diseño y las chavalas francesas embarazadas de tres meses que desayunan con él en el María Cristina. Quiero comerme un pintxo y que me lo calienten antes sin ponerme un plato delante para que vaya contándolos.

Soy feliz y es, también, gracias a vosotr@s.

Love You all ;)


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