jueves, 18 de agosto de 2016

Brasil-Argentina

Hola amig@s: Cierro la trilogía de entradas de esta semana con una dedicada a amores secretos.

Me resulta muy difícil ser neutral cuando veo deporte de competición por tantos y tantos prejuicios acumulados en mi mente en el transcurso de los años, pero dado que amo suramérica sin haberme acercado más allá que a la Cuba de Fidel hace más de veinte años y que he disfrutado recientemente de charlas instructivas con amigos chilenos que me explicaron su visión del continente, el secreto del salmón y sus temores hacia los cárteles de la droga, me dispongo a relatar las sensaciones vividas en la enésima exhibición baloncestística de la selección de baloncesto que me ha llegado más a  dentro, advirtiendo primero que no lo hice de la manera más adecuada (desde el dichoso smartphone).


Es tan difícil para mi explicar lo que estos caballeros me han trasmitido a lo largo de los años que prefiero hablar de todo lo demás, porqué a mi el baloncesto me duele a veces y no tengo edad para sufrir demasiado de ahora en adelante.

Demasiados difíciles, ¿verdad? Tantos como la propia suramérica que me llama incesantemente. También prefiero el baloncesto porqué nos ayuda a mirar hacia arriba tal y como todo el hemisferio sur, salvo en las antípodas, debería hacer porqué os estamos comiendo la tostada a base de mucha mala sangre y demasiadas buenas caras. Así somos de guap@s y a vosotr@s os necesitamos para saber que la competición no cesa hasta el bocinazo final.

Mañana semifinales olímpicas y el Domingo la final. Sinceramente, me resultará doloroso no veros allí pero no lloraré porqué prefiero disfrutar del espectáculo del baloncesto, probablemente cogeré un botellín de cerveza, me acomodaré tanto como pueda y saborearé el cereal en mi boca porqué solo se vive una vez, creo.

Love You all ;)

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