sábado, 8 de abril de 2017

Andrés

Me resulta imposible escribir de otra cosa aquí, que no sea de una persona que ha marcado definitivamente mi experiencia para con el baloncesto, en una semana en la que ha anunciado su retirada como jugador de cobro el gran Andrés Nocioni. Me he hecho mayor, siguiendo su trayectoria, desde que llegó a Baskonia siendo un chaval que llegaba desde Argentina junto a otros, para revolucionar un club que creció exponencialmente con ellos, hasta niveles a los que solo se aspira estando condenadamente decidido a romper los moldes del pasado, e impregnar de personalidad la terca realidad de lo preestablecido. Solo con "locos" maravilloso como el "chapulín colorado" entenderemos la realidad del baloncesto de élite.

Fuente: marca.com
A buen seguro, las vueltas que ha dado este chico por el mundo, gracias a su talento en el juego del baloncesto, le han ayudado a forjar su carácter pétreo y sutil, porqué si hay alguien que desde una cancha me ha transmitido la dualidad de la vida, ese es él. Es en su última etapa, al volver a Europa tras declararse deseoso de recuperar sensaciones perdidas, cuando emerge su figura más atractiva para mi. Atrás quedaba la tenacidad del joven, que logra engancharse a un puesto en el equipo europeo más incipiente, cuando la competencia ejercida en él solo dejaba huecos para los que demostraban una capacidad de adaptación a elementos límite, exigidos por un entrenador joven con plenos poderes que había aprendido de la rigurosa escuela balcánica, para lanzar proclamas cinematográficas como "el dolor no existe" que dan una buena imagen de lo que fueron esos años del "duskismo" en Vitoria-Gasteiz. Su etapa NBA nos llegaba en años felizmente superados, en los que valoravamos mucho del talento FIBA por su capacidad para competir en la liga más poderosa. Cuando llegó a una franquicia puntera con un inexperto entrenador, que vio en él la figura que representaba la dureza del que no es el mejor en nada pero todo lo quiere, y ser engullido después por el infame mercadeo que te conduce a ser una figura mediatica mundial del deporte que, paralelamente, te deja con mínimos poderes sobre el desarrollo de tu carrera, para convertirte en ese ejemplar "profesional" que cumple para cobrar. Como tantos y tantos. El sabio "se dejaba llevar" de otro Andrés maravilloso.

Liberado de la rutina anodina, nuestro protagonista decide volver a dónde más se formó como jugador de élite, para llegar a la etapa que más me ha impactado, porqué coincide con la época en la que quiero explicar el baloncesto a mi hijo mayor, y encuentro su juego como el más auténtico. Y nos alegramos, sufrimos, nos cabreamos y hasta reímos con él. Está en el mismo club, pero resulta ser la evidencia más clarividente del cambio continuo de las cosas, no hay partido en el que no compita con todo lo que tiene a mano, viviendo la vida en su plenituz, sabiéndose protagonista de su entorno, para lo bueno y lo malo. Llega con Baskonia a donde lo permiten las circunstancias, y logra que hasta el baskonismo acepte que oiga la llamada de Pablo Laso para unirse al proyecto que, por fin, le ayudará a ganar la euroliga que antes le fue negada, siendo proclamado MVP de las finales, para certificar que se reconoce su figura, por si había alguna duda.

Esta semana ha dicho que lo deja. Seguramente en eso consista hacerse mayor. Dejamos unos cosas, para centrarnos más en otras, aquellas que valoramos tras nuestras experiencias. Andrés ha llevado una carrera que lo ha ayudado ha mejorar y ha sentirse orgulloso de sus actos, con la conciencia tranquila y eso, en los tiempos que corren, es todo un tesoro. Eskerrik asko Andrés, algo tuyo nos ha quedado a todos l@s que te admiramos.

Love You all ;)
 

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