sábado, 13 de octubre de 2018

Morice Fredrick Winter

Era un hombre de otra era, aquella en la que un solo nombre no era suficiente para otorgar a un hijo al que seguro se deseaban las mejores vidas futuras, y buena la tuvo que tener él cuando dedicó 70 años a una carrera profesional plagada de reconocimiento a todos los niveles. Tanto que hoy, oír "Tex Winter" provoca en el aficionado al baloncesto una sensación de que algo bueno debe de haber detrás. Su despedida reciente se me antoja escusa perfecta para contraponer a la incipiente y destructiva moda actual entre seguidores de basket de enjuiciar constantemente actuaciones individuales de jugadores en detrimento del análisis del juego colectivo del conjunto, generalmente con acerbo cuando el resultado final es contrario al deseo del espectador.

Fuente: https://www.ntnews.com.au
No hay duda de que el marketing necesita de iconos para lograr sus objetivos de promoción de marca y que en el baloncesto siempre hay figuras que se proyectan con mayor facilidad para dicho fin, pero no confundamos el todo con la nada cuando analicemos un equipo. Más cuando ese conjunto es el que mayores simpatías despiertan en uno. Jordan, Pippen, Bryant, O´Neal y tantos otros jugadores de pedigrí no hubieran necesitado un asistente como él para brillar, pero desconocemos si hubieran logrado tantos títulos sin las concepciones de juego colectivo que inspiraban a sus escuadras campeonas. Claro que después viene la elección de los jugadores que mejor pueden desarrollar las ideas, pero sin ellas no hay un proyecto de crecimiento colectivo que culmine con algo tan complicado como ser el campeón de la teórica mejor competición del planeta.

Me podéis dar mil ejemplos de equipos que se os han quedado por los jugadores que los conformaban, pero incluso ellos saben que nada hubiera sido posible sin entender el conjunto como tal. Y es que, hoy en día, cada partido tiene una lectura variada que se ve influenciada, queramos o no, por nuestras filias y fobias presentes y pretéritas. Así, cuando empiezo a ver mi partido, cargo con la mochila de mis afirmaciones previas, que tanto nos gusta defender o vilipendiar a capa y espada cuando se trata de jugadores concretos que han protagonizado vivencias potentes en nosotros. Pero ahí olvidamos que este es un juego de equipo donde cada vez intervienen más individuos durante tiempos constantemente calibrados y ajustados a calendarios de máxima exigencia. Así, un equipo tendrá sus líderes dentro y fuera de la cancha, pero jamás debemos olvidar que es el rendimiento colectivo que con tanta repercusión trabajó nuestro protagonista de hoy lo que conduce al éxito.

Tratemos pues de disfrutar con nuestros héroes en cancha, pero sin perder la perspectiva general. Los errores siempre se van a producir y que un jugador u otro no brille jamás será causa principal en la derrota. Tex Winter lo sabía y por eso duró lo que duró en el negocio, desde el lado menos glamuroso. Seguro que J.R. Smith sabe de lo que hablo y a mi me encantaría que fuera feliz, porqué ello querría decir que estamos mejorando.

Love You all ;)))


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